Ultimamente me está sorprendiendo sobremanera la cantidad de gente que se extraña cuando cuento que he creado mi propia empresa. Que si no es buen momento, que si cómo se me ocurre con la que está cayendo, que si una agencia no tiene futuro, que si, por no ser, una agencia ni siquiera es una empresa, que si…
Que sí. Que he creído que este era el momento oportuno, y me he animado a ello. ¿Y por qué no iba a serlo?
Llevo años trabajando con agencias de comunicación. Y nunca me ha terminado de convencer la metodología de trabajo de muchas de ellas -que no todas-. Soy de las personas que piensa que una agencia debe sumar, que tiene que aportar a su cliente y que, sobre todo, debe hacerlo junto a su cliente, y no con/para él. Y lo cierto es que no he encontrado muchas agencias de ese tipo hasta la fecha. De cualquier modo, esta idea mejor la profundizo en otro post, que da para mucho y probablemente me desvíe de lo que quiero contar.
En definitiva, que he montado junto a varios socios una agencia, no para competir con todas las que hay, sino para ofrecer un servicio diferente que pocas ofrecen. Y, tras un primer año complicado, lleno de incertidumbre y con muchas presentaciones didácticas, ahora somos optimistas respecto a nuestro futuro.
Aunque, como decía, no ha sido -ni será, porque todavía nos queda muchísimo por hacer- un camino de rosas.
Para empezar, nos hemos tenido que volver locos con el papeleo -y eso que hay personas muy preparadas, amables, abiertas y con actitud positiva que nos han ayudado-. Pero, lo que más me ha cansado mentalmente, es la sensación que me han transmitido algunas personas de estar creando algo que me iba a destruir, que no iba a hacer sino amargarme la vida y, por ende, que me iba a hacer fracasar.
Y simplemente escribo este post para proclamar a todas esas personas que no tengo miedo al fracaso. Que puede que me equivoque, que no sepa hacerlo, que este proyecto no funcione como debiera y que tengamos que enterrarlo. Si así ocurre, no será por falta de ganas, ni por esfuerzo. Y no lo consideraré un fracaso, ni mucho menos, porque cada día estoy más convencido de que, funcione o no este proyecto, detrás de él vendrán muchos más.
Y, aprovechando que hoy se celebra el 80 Aniversario de que en mi ciudad, Eibar, un grupo de ciudadanos se lanzaran a la calle sin ningún temor y proclamaran la II República, animo a todos a no tener miedo al fracaso, y a recuperar ese espíritu que tuvieron mis conciudadanos en 1931.
Deja un comentario